El Señor de la Salud, la Plegaria de Dylan Thomas y una foto de Pedro Revaliente.
Fot. Pedro Revaliente
Plegaria
Vuelvo la esquina de la plegaria y ardo
en una bendición del repentino solen nombre de los condenados
me volvería o correría
a la escondida tierra
pero el sonoro sol
purifica
el cielo
Alguien
me encuentra
Oh dejadlo
que me abrase y me ahogue
dentro de su herida terrena
Su relámpago contesta mi llanto
mi voz arde en su mano
ahora estoy perdido en Aquel que enceguece
y al fin de la plegaria se oye el clamor del sol
La Quinta Angustia en dirección al altar bajo la luz del búho.
Fot. Cándido J. Pérez.
En dirección al altar bajo la luz del búho. VIII
Fue la crucifixión en la montaña
los nervios del tiempo en vinagre, la tumba como horca
tan untada de sangre como las fúlgidas espinas de mis lágrimas,
es el mundo mi herida, la María de Dios en su dolor,
como tres árboles doblada y con pechos de pájaro debajo de la túnica
es la mujer de interminable herida, con alfileres en lugar de lágrimas.
Era el cielo, Juan Cristo, cada esquina trovadora
ganó la marcha de los clavos llevados hacia el cielo
hasta que el arcoiris tricolor el de mis pechos
se arrastró entre los polos alrededor del mundo y su despertar de caracol.
Yo junto al árbol de los ladrones, mediquillo de toda gloria,
castré al esqueleto en este minuto montañoso,
y junto al reloj de viento, que del sol es testigo
padezco a los infantes celestiales en el latido de mi corazón.
El Cristo de la Expiración del Museo no entra dócilmente en esa noche quieta.
Fot: escaneado estampa.
"... Y tú mi padre, allí, en tu triste apogeo
maldice, bendice, que yo ahora imploro
con la vehemencia de tus lágrimas.
No entres dócilmente en esa noche quieta.
Rabia, rabia, contra la agonía de la luz."
La Cena y un poema eucarístico de Dylan Thomas.
Fot: desconozco autoría.
Este pan que yo parto fue alguna vez avena...
Este pan que yo parto fue alguna vez avena,
este vino en un árbol extranjero
se zambulló en su fruta;
durante el día el hombre y por la noche el viento
segaron las cosechas, rompieron el gozo de la uva.
Alguna vez, en este vino, la sangre del verano
golpeteaba en la carne que vestía la viña,
un día en este pan
la avena al viento era alegría,
el hombre rompió el sol, abatió el viento.
Esta carne que partes, esta sangre a la que dejas
sembrar desolación entre las venas
fueron avena y uva
nacieron de la raíz sensual y de la savia;
mi vino que te bebes, el pan que me arrebatas.
Un poema de Dylan Thomas para una foto de Bandera.
Fot: Juan Antonio Bandera.
Y la muerte no tendrá señorío...
Y la muerte no tendrá señorío,
desnudos los muertos se habrán confundido
con el hombre del viento y la luna poniente.
Cuando sus huesos estén roídos y sean polvo los limpios,
tendrán estrellas a sus codos y a sus pies,
aunque se vuelvan locos serán cuerdos,
aunque se hundan en el mar saldrán de nuevo,
aunque los amantes se pierdan quedará el amor.
Y la muerte no tendrá señorío...
Y la muerte no tendrá señorío.
Bajo las ondulaciones del mar
los que yacen tendidos no morirán aterrados;
retorciéndose en el potro cuando los nervios ceden,
amarrados a una rueda, aún no se romperán;
la fe en sus manos se partirá en dos,
los penetrarán daños unicornes;
rotos todos los cabos ya no crujirán más;
y la muerte no tendrá señorío.
Y la muerte no tendrá señorío,
aunque las gaviotas no griten más en sus oídos
ni las olas estallen ruidosas en la costa;
aunque no broten las flores donde antes brotaron,
ni levanten ya más la cabeza al sentir la lluvia;
aunque estén locos y muertos como clavos,
las cabezas de los muertos martillearán margaritas,
estallarán al sol hasta que el sol estalle,
y la muerte no tendrá señorío...
(Textos publicados en la web cofrades.pasiónensevilla el 30 de Julio de 2011, 26 de Marzo de 2011, 24 de Febrero de 2010, 7 de Enero de 2010, y 26 de Septiembre de 2009)
Muy bueno!!!!!
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