lunes, 16 de septiembre de 2013

Al final, ni por sargento ni por Macías ("¡Otra! ¡Otra!" Ángel Bueno para La Unión, 1926)



"¡Otra! ¡Otra!"

¡¡Otra!! Grita la multitud. Una legión de muchachos rodea al caballo.
El pobre animalillo vencido ante estos homenajes populares, caracolea cuidando de no pisar a nadie.
El sargento Macías (aunque llegue a generalísimo siempre será para sus admiradores el sargento Macías) levanta la mano como si fuera a brindar por todos los presentes, envuelve su mano en el bordado del banderín (regalo honroso de sus partidarios) y puntea otra saeta.
"Ahora es por seguiriya" nos dice uno de los que forman la corte callejera del simpático jefe de trompetas.
Se hace un silencio a la medida. Se contienen todas las expresiones y suena el clarín, llevando la nota herida del último tercio hasta el otro confín.
Adelanta la cofradía unos pasos y la misma ola humana apretuja entre sus entusiamos al corneta.
¡Otra, otra!
¡Aquí! Le ofrecen una copa, otra, ciento... el divo no acepta.
En una calle estrecha la gente se apiña. Unos chiquillos llevan a otro de corta edad en alto. El caballo apresado por el gentío se levanta de manos. Puede ocurrir una desgracia. EL chiquillo ondea como un banderín, está a punto de caer al suelo. El sargento Macías lo prende en el aire, lo sienta en su silla, y entona otra saeta.
El chiquillo sonríe triunfalmente. Se ha forjado un nuevo héroe popular...


(Ángel Bueno, periódico La Unión 1926. Artículo obtenido del escaneado y "zoomneado" de imagen incluida en la obra "El Poder de las Imágenes" editado por Diario de Sevilla.)


 Resulta muy curioso comprobar en este pequeño y maravilloso artículo, que al final el famoso sargento Macías no pasase a la historia de las cofradías ni como sargento ni como Macías, sino como el célebre Brigada Rafael. E inocentemente pensaba Ángel Bueno que, aunque el gran ídolo de la corneta ascendiese y llegase hasta generalísimo, sus fervientes partidarios siempre lo recordarían como el sargento Macías (¡Glup!) Estas son las cosas que tiene el destino que a veces es caprichoso. Y es que esto es algo muy típico entre los cofrades, el pensar que lo que nosotros estamos viviendo o hemos vivido tan intensamente es como un momento cúlmen en la historia de las cofradías y que nada de eso cambiará y que todo seguirá siendo así para siempre (así al menos lo será en nuestra memoria). Pero luego resulta que muchas cosas cambian con el mero paso del tiempo, incluso hasta aquellos nombres por los que conocíamos a las personas o a las cosas.

 ¡Pero si hasta algunas de las imágenes sagradas de nuestra Semana Santa vieron cambiados los nombres de sus advocaciones con el paso del tiempo (a veces fue cuestión de olvido y siglos, pero en otros casos estos cambios fueron mucho más rápidos y motivados por otras cuestiones de menos peso), cómo no iba a cambiar en pocos años el nombre (elegido para la gloria) del bueno de aquel sargento Macías!

En cuanto a lo de ser un ídolo de la corneta, genial en sus toques y solos, aclamado por el público... existe cierta analogía con alguno de los grandes cornetas que han acompañado o acompañan los pasos de Cristo, y los debates que sus geniales "solos" generan. Parece que para algunos críticos más valdría que estos cornetas fuesen algo más mediocres en sus virtudes, y para ello emplean su célebre reductio ad: "es que lo importante es lo que va arriba del paso". ¡Toma, claro! ¿pero qué pasa? ¿que tocar muy muy muy bien la corneta es algo por lo que tuviesen de pedir perdón? Esta gente ven el revuelo que formaba el brigada Rafael tocándole a los pasos y se nos ponen malos de los nervios. En fin, que cualquier debate sobre la actualidad es siempre anacrónico, pensaba Borges. 


P.D.: El sargento Macías no llegó jamás generalísimo, pero por sus virtudes con la corneta sí pasó a la historia del acompañamiento musical cofrade con el célebre nombre de el brigada Rafael. Al ascender en el escalafón militar su fama permutó también su apellido por su nombre. Y el sargento Macías quedó casi irreconocibe por el brigada Rafael. Aunque sabemos que para su corte callejera de admiradores y partidarios, incluso para aquel chiquillo que salvó ese día de una buena caída, sería para siempre (aunque llegase a generalísimo) el simpático jefe de trompetas: el sargento Macías.





1 comentario:

  1. ECLESIASTES:
    Nada nuevo bajo el sol
    1:4 Una generación se va y la otra viene,
    y la tierra siempre permanece.
    1:5 El sol sale y se pone,
    y se dirige afanosamente hacia el lugar
    de donde saldrá otra vez.
    1:6 El viento va hacia el sur
    y gira hacia el norte;
    va dando vueltas y vueltas,
    y retorna sobre su curso.
    1:7 Todos los ríos van al mar
    y el mar nunca se llena;
    al mismo lugar donde van los ríos,
    allí vuelven a ir.
    1:8 Todas las cosas están gastadas,
    más de lo que se puede expresar.
    ¿No se sacia el ojo de ver
    y el oído no se cansa de escuchar?
    1:9 Lo que fue, eso mismo será;
    lo que se hizo, eso mismo se hará:
    ¡no hay nada nuevo bajo el sol!
    1:10 Si hay algo de lo que dicen:
    "Mira, esto sí que es algo nuevo",
    en realidad, eso mismo ya existió
    muchísimo antes que nosotros.
    1:11 No queda el recuerdo de las cosas pasadas,
    ni quedará el recuerdo de las futuras
    en aquellos que vendrán después.

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